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Estados Unidos anunció un nuevo ataque militar en el Caribe contra una lancha cargada con droga. Según Washington, la embarcación era operada por el Tren de Aragua. Seis personas murieron en el operativo.
El gobierno de Estados Unidos confirmó un nuevo ataque militar en el mar Caribe contra una lancha cargada con droga. Según las autoridades estadounidenses, la embarcación era operada por el grupo criminal venezolano Tren de Aragua, lo que marca un precedente en la lucha regional contra el narcotráfico.
El secretario de Guerra, Pete Hegseth, informó que la lancha fue destruida durante una operación nocturna ordenada directamente por el presidente Donald Trump.
De acuerdo con el comunicado oficial, seis presuntos narcoterroristas murieron durante el bombardeo realizado en aguas internacionales del Caribe.
Este sería el primer ataque nocturno en el marco de la ofensiva antidrogas que mantiene Estados Unidos en la región, orientada a frenar las rutas marítimas del narcotráfico latinoamericano.
La mención del Tren de Aragua, organización criminal originaria de Venezuela, representa un cambio estratégico en la narrativa de seguridad estadounidense. Hasta ahora, el foco de los operativos se centraba en cárteles tradicionales de Centroamérica y México.
La acusación coloca al Tren de Aragua en el radar internacional como un actor relevante del tráfico de drogas en el Caribe.
Sin embargo, el Pentágono no ha presentado pruebas concluyentes que demuestren la relación directa de los ocupantes de la lancha con dicha organización. Esto ha generado debate entre analistas sobre la transparencia y legalidad del operativo.
El ataque se enmarca en la campaña antinarcóticos de Estados Unidos en el Caribe y el Pacífico, donde se han realizado al menos diez operaciones militares desde el inicio de la estrategia.
Más de 30 personas han muerto en estas incursiones, muchas de ellas en zonas cercanas a las costas venezolanas y colombianas.
Expertos señalan que el incremento de ataques refleja una mayor militarización de la lucha contra el narcotráfico, aunque sin evidencia pública suficiente sobre las cargas incautadas o los vínculos criminales.
La acción genera nuevas tensiones diplomáticas con Venezuela, dado que los ataques se desarrollan en aguas próximas a su territorio.
Asimismo, podría intensificar la vigilancia marítima internacional y marcar un precedente en la lucha contra organizaciones criminales transnacionales.
Algunos analistas advierten que esta estrategia, sin coordinación regional clara, podría aumentar la inestabilidad geopolítica y el riesgo de conflictos en el Caribe.